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En 2002, cuando Rian Pozzebon, que era relativamente desconocido en el mundillo de las zapatillas, recibió la oferta para unirse a Vans y ayudar a reconstruir el programa de botas de patinaje de la marca con su viejo amigo y colega Jon Warren, tenía una gran pregunta: ¿Nos dejarán meternos con los clásicos?

En ese momento, Vans no estaba particularmente interesado en modelos básicos como son los Slip-On, Old Skool y Authentic. "Los clásicos simplemente existían", dice Pozzebon. "Pero no se apostaba por ellos". Más bien langidencían, con solo unos pocos colores básicos disponibles, en las tiendas de Vans.

El objetivo de la compañía estaba puesto en otros temas, en estilos más novedosos. Después de montar en lo más alto de la ola del auge del skateboard de los años 90, Vans tuvo que enfrentarse a una nueva competencia de marcas más jóvenes de zapatillas de skate como DC y Osiris. Estas compañías, que nacieron solo unos años antes, preferían una silueta (una palabra que la comunidad de la moda usa para describir la forma de un zapato) más fornida y tecnológicamente más moderna. El estilo retro de Vans, en comparación, parecía rancio. Durante los primeros años del nuevo milenio, casi una década de crecimiento sostenido había disminuido, a la par que la buena voluntad de los clientes.

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